miércoles, 31 de diciembre de 2008

infancia

Nos escondíamos entre los muertos
canjeando la misa del domingo
por otro refugio más benévolo.

Los sepulcros transcurrían inmóviles
los pinos reían hasta llorar sus lágrimas pegajosas
los retratos, las placas, las velas, los epitafios, hasta el propio Marcial
celebraban nuestras piruetas.

A veces andábamos por el camino de San Pedro y Copacabana
más allá de los Cerrillos
cargando mochilas, gomeras, alguien lleva cortaplumas.

Pedaleábamos porque la bici era el mundo.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

MAGNÍFICO relato.
Qué placer volver a empaparme de tus palabras.

gicm dijo...

hola! me alegro que te haya gustado, besos!!

Nadar sin agua dijo...

Encontrar a gente que escriba poesía y que, además, escriba tan bien, es una señal de que el mundo aún puede ser un lugar para habitar... Me han gustado sobretodo, junto a ésta "A veces" y "Que no pueda disiparse".
Un saludo y mis felicitaciones

Anais

Anónimo dijo...

me encanta guille!! hacia mucho que no leia lo que escribías, y la verdad que me parece nuevo, evolucionado... muy muy lindo! congratulaciones!

Anónimo dijo...

uy... perdon.. pedrodoba...!

Unknown dijo...

me trajo muchos recuerdos,,,

Anónimo dijo...

si, es cierto, la bici era el mundo...y pedaleaba rápido, porque si iba despacio sentia que me caia...
Pero al leerte lo hago despacio y se me vuelva la infancia con una mirada benévola y amorosa. Besos!
Paula

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